miércoles, 7 de abril de 2010

LA MEMORIA, ¿DE QUIEN?

La memoria, es una parte de nosotros tan íntima, tan personal, tan subjetiva, que si nos situamos varias personas ante un mismo hecho, cada una, con el paso del tiempo recordara lo acontecido de una manera distinta. Incluso cada uno, a lo largo de los años ira cambiando su propia versión del recuerdo, en función de sus vivencias posteriores y de sus cambios de estatus, no hay peores recuerdos que aquellos que no cuadran con nuestra situación actual, que nos recuerdan lo que no siempre fuimos.
Dibujar los límites entre memoria e imaginación no es tarea fácil, no es algo que se haga conscientemente o con mala intención la mayoría de las veces, más bien es un mecanismo de defensa ante los recuerdos cuando estos no nos gustan tal y como son, sobre todo si estos son de origen traumático. Para sobreponernos a ellos, tenemos la capacidad de adornarlos o transformarlos, haciéndolos tan creíbles en su nueva versión, que pasan a ser parte de nuestro bagaje, con la mas absoluta naturalidad.
Por eso, la memoria puede adoptar muchas formas, ser ambigua en algunas ocasiones, selectiva la mayoría de las veces, fragmentada en trozos inconexos, ser reflejo de la memoria de otras personas, desmemoria en otros casos.
Incluso los historiadores, al estudiar el pasado, no se ponen de acuerdo y llegan a conclusiones distintas, o no del todo iguales ante un mismo episodio. Ellos que al contar con más conocimientos y más medios para su interpretación, deberían llegar a conclusiones totalmente objetivas y unificadoras, también se ven mediatizados por su ideología y formación.
El dicho popular,”cualquier tiempo pasado fue mejor”, se cumple, en una gran cantidad de ocasiones y es algo fácil de entender. El pasado, como algo que quedo atrás, no lleva implícito tener que asumir riesgos, es algo ya superado, de una forma u otra lo podemos sobrellevar, en su forma real o sometiéndolo a un lavado de cara.
El presente es un tiempo mucho más difícil, todas las decisiones hay que tomarlas sobre la marcha y siempre con el riesgo de no acertar cerniéndose sobre nosotros; el futuro, con la incertidumbre que lleva implícita, tampoco nos lo pone fácil.
Pero si hay un tipo de memoria detestable, es el de la memoria impuesta, es decir, la memoria oficial. La que nos dice lo que hay que recordar, como hay que hacerlo y nos enseña a obviar lo que no es conveniente para sus intereses que se recuerde.
Por ultimo, una reflexión, cuándo se mira tanto hacia un pasado que queda tan atrás y que no aporta nada a mejorar nuestro presente,¿será que hay que ocultar que no tenemos futuro?

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