jueves, 3 de junio de 2010

UN GLOBO, DOS GLOBOS.....GLOBALIZACIÓN

Decía D. Hilarión en la popular zarzuela “La Verbena de la Paloma”: “Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad”. No tenía ni idea el simpático abuelete de lo rápido que podían cambiar las cosas y los giros que podían tomar, no siempre en la dirección más conveniente para la humanidad.
El desarrollo tecnológico que tuvo lugar a lo largo del siglo pasado, nos ha llevado a un mundo sin fronteras, un mundo globalizado. Uno de los logros mas discutibles de esta globalización a sido el de aprovechar los avances tecnológicos para anular al individuo; la falta de barreras físicas y el bombardeo constante desde los medios de comunicación hace que lleguen a la población mensajes estandarizados que persiguen delimitar los ámbitos de actuación del ciudadano, y que éste se encuadre dentro de las corrientes de opinión mayoritarias. Se trata de que creamos que somos libres, sin que nos demos cuenta de que es una ilusión y que en realidad estamos en un régimen de libertad vigilada.
Es mucho más fácil controlar a la población si se pone coto a la individualidad; encasillarla en grupos lo mas herméticos y compactos posible, consigue hacerla mucho más manejable e influenciable.
Incluso los que se creen fuera del sistema o los llamados antisistema están perfectamente controlados y encaminados para que su actuación no sobrepase unos limites razonables. Nos llevaríamos una gran sorpresa si se hiciera público quien mantiene económicamente desde la sombra a algunas de estas organizaciones y porque atacan a unos determinados objetivos y a otros no tanto.
El mensaje es claro, si no piensas como un grupo es que eres del contrario: o estás conmigo o en mí contra, si no eres de izquierdas eres de derechas, si no eres feminista eres machista, si no eres progresista, eres reaccionario, coca o pepsi, etc.….
Los líderes de nuestra sociedad se aprovechan de estos mecanismos de una forma muy eficaz, los utilizan para anular las contradicciones y las críticas internas dentro del grupo, en el sólo cabe un pensamiento único y nadie puede discutir la autoridad, el debate interno brilla por su ausencia, pero como todo está estudiado al milímetro, siempre hay preparado un libreto por si hace falta escenificar en público lo plurales y democráticos que son y de esta forma dar voz a las minorías con la sana intención de ignorarlas un segundo después de haberlas oído.
Todo lo anterior nos lleva a un punto en el que muchas de las ideas que pasan por nuestra cabeza - a veces disparatadas y sorprendentes hasta para nosotros mismos, o no siempre tan absurdas y fuera de lugar como en un principio pueda parecer- mueran sin llegar a ver la luz; expresarlas en público casi siempre acarrea problemas, por un lado el miedo a hacer el ridículo, el no saber si conectaremos con los demás y quedar como bichos raros. Por otro lado es muy habitual que desmarcarse de lo que se supone debes pensar te cree enemigos, y así muchas veces no te atreves a expresar libremente tu opinión para que no te encasillen y evitar polémicas estériles.
Es muy difícil hacer cambiar de opinión a alguien que se encuentra muy cómodo y protegido- incluso de sí mismo- dentro de una colectividad, lo único que se requiere para vivir tranquilo es asumir los dogmas y repetir los slogans, con tan poco esfuerzo se obtiene el gran beneficio de no tener que pensar, ya hay quien lo hace por ti.
La historia nos ha enseñado que los dogmas no son infalibles y que cuando se parte de un supuesto falso, o cuando menos no del todo verdadero se llega a conclusiones erróneas. Pero con la consiguiente y machacona publicidad todo esto pasa a un segundo plano y no es tan importante el supuesto original, como el haber llegado a la conclusión adecuada, la que más nos conviene en ese determinado momento.
Con estas pautas de comportamiento estamos dejando que se pierdan los matices que marcan la diferencia entre nosotros y nos hacen únicos, y lo que es mucho mas grave, lo hacemos por simple comodidad. Es mucho más fácil acoplarse dentro de una ideología, de un estilo de vida de los ya establecidos, que estar en lucha permanente con nuestras contradicciones, intentando encontrar un sitio en el que honestamente poder vivir con nosotros mismos.