jueves, 29 de abril de 2010

UNA DE INDIOS

La falta de unas raíces históricas a las que aferrarse para cimentar su identidad nacional, hizo que desde los Estados Unidos se propagaran una serie de leyendas sobre la conquista del Oeste, convirtiendo la masacre indiscriminada de los pobladores autóctonos de Norteamérica en episodios heroicos, con los que pretendieron rellenar el enorme agujero que tenían por pasado.
Una de sus mejores armas para extender todas estas historias ha sido sin lugar a dudas el cine, desde Holliwood nos bombardearon durante muchos años con las batallas entre el hombre blanco, bueno y noble por naturaleza, y los indios, criaturas infernales, retorcidas y sin ninguna piedad.
Cuando veíamos estas películas en el cine o en la tele de casa (en blanco y negro), no nos planteábamos la verosimilitud de esas historias. Si ellos decían que los indios eran los malos, nosotros lo creíamos a pie juntillas y aplaudíamos cuando acudía el séptimo de caballería al rescate de los buenos y no dejaban un indio en pie.
Abusaban de nuestra ingenuidad y de nuestra falta de perspectiva para colarnos sus historias, y nosotros las recibíamos tan contentos.
Franco, terminada la guerra y como el gran oportunista que fue, descubre enseguida que el cine, es una forma muy eficaz de hacer calar su mensaje en la gente. Títulos como ¡A mi la legión!, Sin novedad en el Alcázar, Raza, etc., sirven para difundir la justificación del nuevo régimen impuesto por los vencedores.
Había que explicar al mundo entero las razones religiosas, políticas y sociales del glorioso alzamiento nacional y procurar que esto calara en la gente. Con este objetivo se exaltan valores como la heroicidad, la fortaleza moral y el amor a la patria de una forma efectista para que llegue mejor y a más gente.
Una vez mas se contaba con la ingenuidad del pueblo y las ganas de pasar pagina ante un episodio tan atroz. Era más fácil y más sensato aceptar lo inevitable después de tanto sufrimiento. El principal anhelo era la vuelta a la normalidad y el cine era una de las pocas válvulas de escape que tenían para evadirse de la triste realidad.
No hay duda de que la historia es cíclica y tiende a repetirse, otro grupo con problemas de identidad, ha intentado crearse un perfil a través del cine, algo que queda muy bien de cara a la galería, pero que no siempre responde a la realidad.
Son los antifranquistas tardíos, los progres de medio pelo y los pseudo intelectuales de la democracia, que han encontrado en la guerra civil y en la supuesta lucha contra el dictador, un filón para justificar una ideología presuntamente de izquierdas, muy acomodaticia y rentable, y desmarcarse de su pasado personal o familiar mucho mas integrado en el régimen, que en contra de el.
Al principio sus películas colaban, porque todos estábamos deseando saber la versión de los perdedores, a los que teníamos idealizados por todo lo que nos habían contado.
Sus películas muestran a los perdedores como seres éticamente superiores que solo han sido derrotados exteriormente, y que llevan en su interior encendida la llama de la rebeldía. La realidad nos dice que si alguna vez hubo tantos antifranquistas en vida del dictador, es imposible que Franco muriera de viejo en el cargo.
A fuerza de repetirse y dar una visión parcial de lo que paso, han conseguido que no vayan al cine ni sus familias. Los datos de taquilla son escalofriantes, pero da igual, aunque nadie vaya a verlas la repercusión esta asegurada con unas críticas amables en los medios afines.
Y como el cine es un negocio y de lo que se trata es de ganar pasta, si no se consigue en la taquilla, se consigue contentando al que subvenciona, eso si, con nuestro dinero.
Nunca imaginé que los progres caerían tan bajo, aspirar a vivir de las subvenciones no es ni mucho menos una forma ética de afrontar la vida.

miércoles, 7 de abril de 2010

LA MEMORIA, ¿DE QUIEN?

La memoria, es una parte de nosotros tan íntima, tan personal, tan subjetiva, que si nos situamos varias personas ante un mismo hecho, cada una, con el paso del tiempo recordara lo acontecido de una manera distinta. Incluso cada uno, a lo largo de los años ira cambiando su propia versión del recuerdo, en función de sus vivencias posteriores y de sus cambios de estatus, no hay peores recuerdos que aquellos que no cuadran con nuestra situación actual, que nos recuerdan lo que no siempre fuimos.
Dibujar los límites entre memoria e imaginación no es tarea fácil, no es algo que se haga conscientemente o con mala intención la mayoría de las veces, más bien es un mecanismo de defensa ante los recuerdos cuando estos no nos gustan tal y como son, sobre todo si estos son de origen traumático. Para sobreponernos a ellos, tenemos la capacidad de adornarlos o transformarlos, haciéndolos tan creíbles en su nueva versión, que pasan a ser parte de nuestro bagaje, con la mas absoluta naturalidad.
Por eso, la memoria puede adoptar muchas formas, ser ambigua en algunas ocasiones, selectiva la mayoría de las veces, fragmentada en trozos inconexos, ser reflejo de la memoria de otras personas, desmemoria en otros casos.
Incluso los historiadores, al estudiar el pasado, no se ponen de acuerdo y llegan a conclusiones distintas, o no del todo iguales ante un mismo episodio. Ellos que al contar con más conocimientos y más medios para su interpretación, deberían llegar a conclusiones totalmente objetivas y unificadoras, también se ven mediatizados por su ideología y formación.
El dicho popular,”cualquier tiempo pasado fue mejor”, se cumple, en una gran cantidad de ocasiones y es algo fácil de entender. El pasado, como algo que quedo atrás, no lleva implícito tener que asumir riesgos, es algo ya superado, de una forma u otra lo podemos sobrellevar, en su forma real o sometiéndolo a un lavado de cara.
El presente es un tiempo mucho más difícil, todas las decisiones hay que tomarlas sobre la marcha y siempre con el riesgo de no acertar cerniéndose sobre nosotros; el futuro, con la incertidumbre que lleva implícita, tampoco nos lo pone fácil.
Pero si hay un tipo de memoria detestable, es el de la memoria impuesta, es decir, la memoria oficial. La que nos dice lo que hay que recordar, como hay que hacerlo y nos enseña a obviar lo que no es conveniente para sus intereses que se recuerde.
Por ultimo, una reflexión, cuándo se mira tanto hacia un pasado que queda tan atrás y que no aporta nada a mejorar nuestro presente,¿será que hay que ocultar que no tenemos futuro?